Por Marines Maal
Señores pasajeros con destino a Lisboa / risas extremas/ felicidad incontenible. / Sueños al otro lado el mundo, aun en mi mente divagan.
Esa tarde Libertad tomaba un vuelo a Europa, eran las dos de la tarde, cuando se hizo el chequeo ante la línea aérea. Jamás imaginó que ese vuelo cambiaria su vida. Pasó a inmigración sin voltear atrás, no pensaba sino en apurar el paso, como si eso la llevara de inmediato a Lisboa.
La espera y el encanto del viaje, olían a un delicado Azahar. Libertad es una mujer sencilla, de ojos brillantes, conversadora, enamorada de la vida, de grandes retos, su misión era ir a lo que ella denominaba parte de sus sueños.
Sentada esperaba la llamada del vuelo, conversaba con una chica. Se acompañaban mutuamente, tomaron un café. En un instante Libertad perdió su abrigo, quizás olvidado seguramente , el sólo pensar que llegaría con temperaturas bajas la hizo comprar otro suéter, mientras por sorpresa al volver a el Café encontró el abrigo que su hermana le había prestado. Como era de costumbre Libertad hacia fiesta de cada cosa que le pasaba, lo besaba mientras decía, gracias a Dios.
Cuando escuchó de pronto su nombre por los parlantes - ¡Libertad Velásquez! - se asustó pensando en que algo sucedía, que debía volver y entró en duda - ¿qué hice Dios? -Acudió rápidamente a la línea aérea y le preguntan: - ¿Usted viaja sola? - , respondió – Si – la vuelven a interrogar: - ¿Desea que la suban? - Contestó afirmativamente sin chistar, sin saber de qué se trataba, con la alegría que tenía lo que sucediera era perfecto. Al llegar a la silla de espera le contó lo ocurrido a la conocida y le transmite su interrogante - ¿qué es subirte?- sin obtener respuesta, entre risas. Más adelante en la línea aérea pudo constatar que la habían cambiado a Primera Clase.
Allí comenzó lo que ella ni imaginaba. Llamaron para abordar, inicialmente a los pasajeros en una condición especial y luego a los de Primera Clase, se despedía con risas de la compañera. Al llegar al avión fue guiada con atención esmerada por las aeromozas, cuando llegó al asiento, cómodo y espacioso, se paró frente a él y escuchó una voz que le decía - hola, ¿quieres quitarte el abrigo?, hace calor aún en tierra - Ella sorprendida, entre sonrisas dijo – sí- Él muy galante la ayudó y colocó el abrigo detrás de la silla.
Cuando se sentó comprendió que él era su compañero de viaje, ella entre la ingenuidad y la alegría, hablaba y hablaba. La amabilidad de él, la había impactado y actuaba así para pasar por cómica sin mostrar que era una novata en acción.
Al pasar el vuelo, tomaron unas copas, comieron, se contaron cosas, el coñac era algo fuerte. Ella con facilidad escuchaba sus problemas que esa tarde se tornaron comunes, se fue sentando de lado para ver la expresión de él, maravillándose de lo que tenía en frente. Era un hombre con una expresión de “verdad”, no había mentira en su cara, llenando de ternura el momento, él le quitó sus zapatos y le dijo como un buen vaquero le quita sus botas a su amada. Libertad estaba sin aliento, él la acobijó, y le dijo- duerme tu sueño hasta al final del vuelo.-
Ella no quería que terminara el vuelo jamás, pues momentos como esos nunca los había vivido, él se recostó cerca de ella, rozando sus labios, la besó suavemente en la frente y le dijo -duerme mi bella, yo cuido tu sueño.- Libertad no durmió, quería sentir a aquel hombre que le seducía sólo con la mirada.
Largas horas que se hicieron minutos, cuando la aceptación del otro es tan gentil, el mundo se debería parar, deseó que los minutos se hicieran horas para que el idilio no acabara.
Madrid. -Señores pasajeros les damos las gracias por haber viajado con nosotros- Ambos impávidos, las palabras no servían, el adiós era inminente. Bajaron del avión despidiéndose en inmigración, seguían diferentes filas, ella extranjera el europeo.
Recuerda Libertad que no se atrevía a mirar hacia la otra fila, pues evidenciaría las ganas de correr hacia él, pocos amores, poco sentir había en la vida de Libertad.
Tomó su camino dentro del aeropuerto por que allí haría trasbordo, cuando de pronto le dicen,- Señora le llevo su equipaje- Ella con la confusión y locura dijo no, le tomaron la mano, era él, allí estaba de nuevo, dijo, - bella corrí me estabas dejando atrás.- Cuando llegaron al aeropuerto doméstico, él le dijo: - pierde el vuelo, ven conmigo - ella con los miedos a flor de piel, negó toda petición, la esperaban en otro lugar. Él le sonrió, la abrazó y le prometió verla de nuevo. Cruzaron teléfonos, emails, todo lo que significaba comunicación. La despedida era el momento más extraño, todo era o no era real, todo imaginado, todo sentido estaba alterado, ambos abrazados juraron amarse, los besos eran los protagonistas, las esperanzas la única manera de decir adiós.
Aunque en países lejanos, las personas pueden amarse con intensidad, llevar el amor como bandera, donde una palabra va más allá que la piel, amores que nunca se olvidan. Se encontraron unos años después, la promesa de volver a verla la cumplió. Libertad siguió amándolo con todas sus fuerzas y el aún le escribe cartas de amor.
1 comentario:
Bella deberias escribir una novela... Escribes espectacular... Te quiero un mundo...
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