martes, 22 de junio de 2010

LA TERNURA DE AMAR



Por Marines Maal

El pasado recobra fuerzas, el presente es una fuga de sensaciones que no se limitan cuando estás junto a mí.

Sandra y Rubén dos niños jugaban e interpretaban lo que les gustaría de la vida. Se conocieron por azar hace muchos años, aún niños, él galante y bien parecido, ella rubia de ojos claros. Fue amor a primera vista como sólo los niños logran amar. El tocaba algo de flauta, buen estudiante, buen hijo, buen hermano, ella tremenda por naturaleza, pícara, soñadora.

Conocieron el roce de un primer beso, lleno de ternura, sublime y total. Un día el destino les separó físicamente, ambos juraron amarse por siempre sellando su adiós con un anillo rojo, sencillo, que significó el todo para Sandra.

Los años pasan, Rubén y Sandra se encontraban esporádicamente, ya han pasado muchos años, jamás se han olvidado uno del otro, no hay obstáculos cuando se ama, un hola sella cada mensaje que se traduce en estoy aquí, te amo y deseo estar a tu lado.

Ya son personas maduras, Sandra le ha deseado y Rubén le ha sido fiel en todo momento. La fidelidad es sentir siempre lo mismo, que el encuentro tenga un roce del primer beso, la intimidación al mirarse, la sonrisa pícara al reconocer que aún ese sentir está presente.

Un día, después de meses sin saber uno del otro, Rubén logró comunicarse con Sandra, el mensaje decía: - He perdido tus coordenadas- Frase ésta que jamás olvidará Sandra. Era el mismo Rubén que ella había amado siempre, aquél que ella atrevidamente veía, ambos imposibilitados de amarse, más el sentir presente jamás dejo de estar.

Sandra ha esperado por una señal donde la vida le entregue lo más preciado, lo que la distancia separó. Le amó eternamente, le seguirá amando y sólo saber que él está bien la llena de agradecimiento, porque aún se adoran como siempre.

Una tarde de un encuentro, ella le aguardaba en un sitio determinado acompañada de un grupo de amigos, con los temores más grandes, la espera era insegura, ella estaba sentada en un área abierta, atardecía, miraba hacia la avenida con anhelo, las luces de los carros pasaban, de pronto, un carro entraba al recinto, el cambio de luces hizo evidente que había llegado Rubén. Sandra se excusó y fue hasta el carro, él le propuso irse solos a otro sitio, ella volvió por su cartera y les dijo, a sus amigos, que había llegado el hombre de su vida. Él la recibió con un beso suave, frente a frente, ambos en silencio entre recuerdos de llamadas, la llevó a un restaurant a cenar, pidió de beber, las manos juntas reconocieron dónde ella mantuvo el anillo años, sin que él lo supiera. Recostó su cabeza sobre él en momentos donde el sentir es puro. No existían palabras para describir lo que ambos querían. Risas entre recuerdos, conversaciones e historias de vida llenaron el espacio mientras el amor sellaba con interesante matiz la relación de dos hermosas personas que se amaron eternamente.

El amor no conoce del bien y el mal, lo púdico de lo impúdico, es una entrega de pasión sin medida, limitarlo lo silencia, lo enmudece, lo aniquila. Jurar amor eterno fue un juego de niños, una realidad existente. Lo imposible se vuelve posible en los recuerdos cargados de pasión.

Sandra y Rubén imposibilitados de toda cercanía, cíclicamente vuelven el uno al otro, sin razones, sin escusas, lo que les lleva a sentirse siempre amados. No existen límites cuando están juntos, cuando los labios se deslizan en un beso, cuando los cuerpos son la expresión de un todo en un recuerdo.

Hoy Sandra le espera, le adora, Rubén le busca incansablemente, él la ama.

Rubén……… tengo tus coordenadas.

Sandra……..te esperaré siempre.

Nota del autor: Los amores reflejados en las historias parten de un elemento de la vida de muchos. Quizás seas parte de éste.

sábado, 19 de junio de 2010

Dedicado a mis hijas


Por: Marines Maal G.

La historia de vida es corta, años de vivencias, años de grandes logros y dolores por partidas inevitables, soledad que acompaña los días de tanto silencio.


Tuve dos niñas, sus nombres Gabriela y Helena, las guie lo mejor que supe, entre carencias y avatares de la vida, recuerdo la primera sonrisa de ellas, la primera vez que amamanté a cada una, cuando la compenetración era la fantástica sensación entre nosotras, en épocas donde solo un abrazo motivaba la sed de quererlas tanto como las amo.


El destino ha jugado con los planes de vida, crecí con ellas, me enseñaron que por más difícil que fuese allí estábamos juntas, hoy la distancia corroe mi sentir, Los senderos cambiaron, cada una creció, una con la mejor de las aventuras ser madre, otra aun juega a seguir cerca sin ataduras.


Cuan diferentes son los hijos aun naciendo de una misma persona, diferencias en el vivir de acuerdo a circunstancias de la vida de los padres. Culpables somos al sumir a los hijos en las vivencias de adultos. Ya adultas, hermosas, fuertes y emprendedoras denotan que aun las equivocaciones, la tarea fue mejor de lo que imaginaba.


Gabriela, fuerte de inimaginable determinación, luchando por su destino y el de sus bellas hijas Maren y Hannah, kilómetros nos separa con la ingratitud de no tener los mecanismos para sentirlas. Dolor que cada mañana aparece sin pensarlo. Alegría de notar que distes herramientas para este presente. Helena, inteligente sin reconocerlo ella misma, dulce sin ser empalagosa, en búsqueda constante de su porvenir, sin rumbo aparente, preocupación de mis días.


Dedico estas letras a mis hijas, quienes han sido el real motivo de lo que soy, por ellas vivo, por ellas doy pasos firmes, por ellas hago planes que son sueños por cumplir, a ellas con quienes aprendí que abrazar es hermoso, decir bendición engalana la relación, sentarlas en mis piernas aun mujeres conservaba el matiz de la niñez. A ellas mis bellas toda mi gratitud y mi “lo siento” si alguna vez equivoque el rumbo.

Siempre Mami

jueves, 3 de junio de 2010

Vuelo 28/01



Por Marines Maal

Señores pasajeros con destino a Lisboa / risas extremas/ felicidad incontenible. / Sueños al otro lado el mundo, aun en mi mente divagan.

Esa tarde Libertad tomaba un vuelo a Europa, eran las dos de la tarde, cuando se hizo el chequeo ante la línea aérea. Jamás imaginó que ese vuelo cambiaria su vida. Pasó a inmigración sin voltear atrás, no pensaba sino en apurar el paso, como si eso la llevara de inmediato a Lisboa.

La espera y el encanto del viaje, olían a un delicado Azahar. Libertad es una mujer sencilla, de ojos brillantes, conversadora, enamorada de la vida, de grandes retos, su misión era ir a lo que ella denominaba parte de sus sueños.

Sentada esperaba la llamada del vuelo, conversaba con una chica. Se acompañaban mutuamente, tomaron un café. En un instante Libertad perdió su abrigo, quizás olvidado seguramente , el sólo pensar que llegaría con temperaturas bajas la hizo comprar otro suéter, mientras por sorpresa al volver a el Café encontró el abrigo que su hermana le había prestado. Como era de costumbre Libertad hacia fiesta de cada cosa que le pasaba, lo besaba mientras decía, gracias a Dios.

Cuando escuchó de pronto su nombre por los parlantes - ¡Libertad Velásquez! - se asustó pensando en que algo sucedía, que debía volver y entró en duda - ¿qué hice Dios? -Acudió rápidamente a la línea aérea y le preguntan: - ¿Usted viaja sola? - , respondió – Si – la vuelven a interrogar: - ¿Desea que la suban? - Contestó afirmativamente sin chistar, sin saber de qué se trataba, con la alegría que tenía lo que sucediera era perfecto. Al llegar a la silla de espera le contó lo ocurrido a la conocida y le transmite su interrogante - ¿qué es subirte?- sin obtener respuesta, entre risas. Más adelante en la línea aérea pudo constatar que la habían cambiado a Primera Clase.

Allí comenzó lo que ella ni imaginaba. Llamaron para abordar, inicialmente a los pasajeros en una condición especial y luego a los de Primera Clase, se despedía con risas de la compañera. Al llegar al avión fue guiada con atención esmerada por las aeromozas, cuando llegó al asiento, cómodo y espacioso, se paró frente a él y escuchó una voz que le decía - hola, ¿quieres quitarte el abrigo?, hace calor aún en tierra - Ella sorprendida, entre sonrisas dijo – sí- Él muy galante la ayudó y colocó el abrigo detrás de la silla.

Cuando se sentó comprendió que él era su compañero de viaje, ella entre la ingenuidad y la alegría, hablaba y hablaba. La amabilidad de él, la había impactado y actuaba así para pasar por cómica sin mostrar que era una novata en acción.

Al pasar el vuelo, tomaron unas copas, comieron, se contaron cosas, el coñac era algo fuerte. Ella con facilidad escuchaba sus problemas que esa tarde se tornaron comunes, se fue sentando de lado para ver la expresión de él, maravillándose de lo que tenía en frente. Era un hombre con una expresión de “verdad”, no había mentira en su cara, llenando de ternura el momento, él le quitó sus zapatos y le dijo como un buen vaquero le quita sus botas a su amada. Libertad estaba sin aliento, él la acobijó, y le dijo- duerme tu sueño hasta al final del vuelo.-

Ella no quería que terminara el vuelo jamás, pues momentos como esos nunca los había vivido, él se recostó cerca de ella, rozando sus labios, la besó suavemente en la frente y le dijo -duerme mi bella, yo cuido tu sueño.- Libertad no durmió, quería sentir a aquel hombre que le seducía sólo con la mirada.

Largas horas que se hicieron minutos, cuando la aceptación del otro es tan gentil, el mundo se debería parar, deseó que los minutos se hicieran horas para que el idilio no acabara.

Madrid. -Señores pasajeros les damos las gracias por haber viajado con nosotros- Ambos impávidos, las palabras no servían, el adiós era inminente. Bajaron del avión despidiéndose en inmigración, seguían diferentes filas, ella extranjera el europeo.

Recuerda Libertad que no se atrevía a mirar hacia la otra fila, pues evidenciaría las ganas de correr hacia él, pocos amores, poco sentir había en la vida de Libertad.

Tomó su camino dentro del aeropuerto por que allí haría trasbordo, cuando de pronto le dicen,- Señora le llevo su equipaje- Ella con la confusión y locura dijo no, le tomaron la mano, era él, allí estaba de nuevo, dijo, - bella corrí me estabas dejando atrás.- Cuando llegaron al aeropuerto doméstico, él le dijo: - pierde el vuelo, ven conmigo - ella con los miedos a flor de piel, negó toda petición, la esperaban en otro lugar. Él le sonrió, la abrazó y le prometió verla de nuevo. Cruzaron teléfonos, emails, todo lo que significaba comunicación. La despedida era el momento más extraño, todo era o no era real, todo imaginado, todo sentido estaba alterado, ambos abrazados juraron amarse, los besos eran los protagonistas, las esperanzas la única manera de decir adiós.

Aunque en países lejanos, las personas pueden amarse con intensidad, llevar el amor como bandera, donde una palabra va más allá que la piel, amores que nunca se olvidan. Se encontraron unos años después, la promesa de volver a verla la cumplió. Libertad siguió amándolo con todas sus fuerzas y el aún le escribe cartas de amor.

miércoles, 2 de junio de 2010

Yo se que te voy a amar


Por: Marines Maal

Sospechas inusitadas/ vacio de la soledad / música, suavidad/ incitando la aceptación/ pensamientos confusos / sensualidad acompasada / encuentros de eterno tiempo.

Valeria y Luis, dos personas que creyeron en el amor. Ella una mujer de rasgos acentuados, pómulos grandes, ojos delineados de cabello largo, alta , con las curvas de una real guitarra gitana, de incalculable firmeza, guerrera en su parecer, enamorada de la noche, intranquila por naturaleza; él un hombre tranquilo, de rostro melancólico y ojos tristes. Se conocieron en el trabajo, ambos en la misma empresa.

Para Valeria no había nada que no pudiera hacer, tomaba su carro y su imaginación la llamaba a buscar un hombre parecido a ella, pero para su sorpresa conoció a Luis. Muy apaciguado, con la prodigiosa manera de un caballero le invito a salir, aceptó sin ningún interés.

Fue un sábado de Septiembre en 1979, llegada la noche, sentados en una mesa del famoso Restaurant Botero, Valeria le miraba con discreción, pues su físico no era lo que ella deseaba, su coquetería envolvía a Luis. Le sugirió una copa de vino amplio, armonioso y equilibrado. Degustaron el vino y comenzaron a entrar en calor, se relajaron acompasadamente, la música hacía ligera la comunicación. Fue maravillosa esa noche, que inteligencia tenia aquel hombre, Valeria con su retar al mundo, le proponía temas los cuales él completando las copas y una sonrisa de complacencia, le respondía.

Los días pasaban, las comunicaciones eran intermitentes, Valeria entre sus convicciones y pareceres, pensaba que él debía tomar la iniciativa. Luis la llamó y ella rehusaba las invitaciones, ella se alejaba de esa manera. Siempre se veían en la oficina, risas de lado, y miradas inquietantes. Juego que incrementaba el interés de ambos, pasaron a saludos en el estacionamiento, él le esperaba y simulaba haber llegado a la misma hora. Ya los besos en las mejillas eran abrazos largos, los cuerpos comenzaron a rozar el uno con el otro. Valeria y Luis, cada mañana despertaban desesperados de sentir ese abrazo, juguetón y sensual.

A Luis lo transfirieron a otra ciudad, la lejanía hacía más tardía la comunicación. Se alejaba toda la posibilidad de recobrar el amor perdido. Pasaron años surgiendo llamadas lejanas, ambos tenían rumbos diferentes. Rehicieron sus vidas, él ya con hijos y ella casada entregando su vida a su compañero, sin olvidar a Luis. El tiempo, bendito tiempo, que hace de la vida rondas de soles, pasaron 25 años, acertados logros, querencias eternas. Valeria se separó y olvidando de manera consciente sus convicciones, emprendió la búsqueda de Luis.

Hizo todo lo que un amor hace por encontrarse con su par, hasta lograr un solo rayo de esperanza. Luis estaba allí, cerca, como no lo imaginó, el viudo en la misma casa de sus padres, había vuelto a la ciudad. Valeria ya no era una niña, Luis, varios años mayor que ella.

Valeria tocó una noche la puerta de Luis en su casa. Un joven apuesto, parecido a Luís, la recibió. Se sintió pequeña, de nuevo, confundiendo el tiempo. Preguntó al joven por él, la llevó al salón, allí estaba él, ya no era el hombre delgado, ella con los rasgos del tiempo en su tez, ya la sonrisa no era la misma, el temor del encuentro, la invadió. Él la vio, sólo la vio. Como era común en élla, se acercó con una sonrisa a medias y él se inclinó cortés. Las palabras salieron con el esfuerzo del aliento con un abrazo sentido. Valeria tomando con sus manos la cara de Luis reconoció con los dedos cada centímetro. El pasado quedó atrás, el presente sollozaba .. Ella volvió y volvió hasta recobrar el recuerdo transformándolo en presente.

El 25 de julio 2004, Luis la sorprendió una noche. El jardín estaba decorado con luces de baja intensidad. Colores cobre, tierra y blanco eran las tonalidades que caían a su alrededor. La noche con grato olor griego, enfriaba el mismo vino armonioso que bebieron el primer día.

Luis de blanco impecable y ella con ropa ligera. En un diván a lo lejos sentado la esperaba con un suave vestido de seda blanco en sus manos, la brisa movía todo el decorado, aquella noche Valeria se dejo envolver por Luis.

Se cambió, regresó tan pronto como se lo permitían los pasos, él con la copa ya servida le invito a bailar, sonaba una canción brasilera “eu sei que vou te amar”, ritmo perfecto, ambos cercanos, sus bocas ávidas de besos, los brazos cumplían las caricias esperadas, tomaron relajando cada célula de su cuerpo. Luis callado sólo exploraba el sentir de Valeria, y ella entregaba su placer con garbo. Cuantos años deseando tocarse, la exposición de cuerpos, el suave pasar de las manos, contracciones involuntarias, besos, horas que se hicieron días. Amanecer de colores tenues. Amor, satisfacción y placer.

Nota del autor: La autora hace de sus historias, personajes de la vida real. En cada uno habrá una historia de impecable recuerdo.