Por Marinés Maal
Entre la cálida luz del amanecer y los rallos amarillos del sol naciente comienza el divagar de los pensamientos que murieron en la noche y cobran vida en la mañana, Hay vida.
Hay tanto dentro del alma, allí consigo un sentir escondido que se ahoga muy dentro, sentir que se alimenta de una sonrisa, un abrazo, se llama vida, amor, esperanza, apego, y sobre todo se alimenta de las bondades del ser humano.
Cuando necesito de ti busco el amor, allí te vi callado, sutil emoción dormida, cuánto hay que dejarle salir, jugar y sentir. Le doy píldoras de sueño para que imagine y vuele en pensamientos que alegran y motivan cada célula interna.
Son de músicas caribeñas escucho a lo lejos, recuerdo aquel día de boleros y canciones para acariciar el cuerpo, cuando tus brazos firmes anunciaban hacia donde mover las caderas y desmantelar entre melodías los sentimientos. Hay vida, aprendo a dejarme llevar.
Proponer engalana a quien lo desea, músculos de la cara que marcan con la mirada la seriedad entre picardías aquella tarde de baile. Tu con tus zapatos de suela para que el baile flotara y yo entre telas y tacones acompañaba con fraternidad el concurso. Llegamos a la hora correcta, centenares de personas y una veintena de jueces rodeaban la pista preparada para tan magno evento, nuestro número veinticinco, numerologia siete, siete días de la semana, creación divina, esperanza. Competimos llegamos a estar entre los mejores diez, vencí el miedo y estuve allí. Más cada noche llegan los estruendos asustando causando miedo, el ruido de los pensamientos modifica el ambiente, miro la ventana de madera con cortinas blancas, se transparenta la noche, esa que describe con el vaivén de los arboles hacia dónde corren los deseos. Esta noche como muchas me asomé para dejar salir del alma los miedos practicados y palpados cuando oscureció.
Somos un tesoro preciado que no valoramos, para haber vida se necesita de un corazón.
El alma con su latir, sus miedos, emociones buenas y malas, juntos comprometernos a vencer y ser.
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