Por Marines Maal García
Recobro los instantes de la
vida. Como cuando eras niña, aquella que soñaba con el hombre de sus sueños.
Han pasado lunas, infinidades de ella cobran vida al pasar de los años.
Como la que hoy miras desde la ventana, cuando cae el sol, donde la figura de
la montaña te recuerda la inmensidad, las luces se esconden poco a poco, mientras
que el matiz está entre rosados y grises al final que cae el ocaso, recuerdas que el tiempo no
vuelve.
Me vas a recordar, por que hoy dejó mi mejor historia de amor prohibido. Dejo
todo a la feroz emoción.
La tarde caía, llegaste callado a la puerta, nos fuimos. Aquella tarde el
mar dormido cobró vida al estar sentados mirándolo. La luz de la luna se reflejaba
hasta nosotros como perfecta medida del horizonte, haciendo de nuestros cuerpos
reflejos de ella. Podía ver solo la mitad de su cara, sobre su
faz, el reflejo en movimiento del mar.
Decidimos irnos a un lugar más íntimo, tomamos el carro, nuestras manos
unidas, solo separadas al pasar la copa de vino que abriste antes de partir. Me
incliné y bese tus mejillas, la ternura incentivaba las profundas ganas existentes. Hombre de gran tamaño, alto, blanco, de
suaves manos, con la cara acabada de rasurar
y con un olor magnífico. Como no inclinarme para acariciarle con mis labios.
Besabas como si ese día fuese la
última vez, buscaba entre beso y beso
dibujar mi cuerpo. Quieta y estática disfrutando de las caricias, la
respiración pasó de la quietud más absurda a la feroz locura. Recobrando el
sentido del por qué necesitaba la intimidad, logré entenderlo….. Nuestros
cuerpos fueron descubriéndose, “no sabía
la falta que me hacía”. Me dijo… -¿apago
la luz? …..Dije -no…. Es mejor reconocer
cada parte de ti. Y el poder reencontrar la feminidad que tanto le gustaba.
Entre sorpresas de los besos y toques en silencio se escuchaba un quejido lleno de pasión, espalda y pecho, podía
sentir el calor de su piel, las piernas entrelazadas solamente sin seguir adelante en el acto de amor, desesperaba las ganas,
sentado detrás de mi sobre mis piernas acariciaba el torso
llenando de aceites y dulces palabras “maravilloso
cuerpo”, relajada esperando más amor, fui
volteándome hasta tenerle frente a frente de rodillas, amarle y sentir su
cuerpo en mis labios cambiaba mi percepción tierna a una gata en celo. Mientras
mas le sentía más miraba sus ojos. Había
imaginado ese momento una y otra vez. Paramos,
el trajo las copas de vino, bebimos recostados
entre toques suaves dibujando en su pecho mis iniciales, buscando invadirle no solo el cuerpo, también el corazón.
Bañándonos de vino nos amamos una
y otra y otra vez más.. Fundiéndonos en
uno solo.. Llegando al cielo juntos y por separado. Disfrutando del éxtasis y
elixir de los momentos más intensos de
aquella noche. Nos prometimos amarnos
por siempre y así fue.
Ya es tarde para recapacitar, es verdadero sentimiento, nos amamos a pesar de las ausencias. Cuanto te amé.
Hoy Soy todo lo que quiero, aunque
esté lejos de ti. Sin saberlo y como niña
vuelvo a amar, no importa donde estés, sigo contigo, como momentos
narrados o cuentos de ilusión.
Tal vez por que te perdí, los amores prohibidos
pasan, pasan por pensar y soñar más allá de la realidad. Hoy vuelvo a
amar y no quiero perderle.
Te digo adiós, aunque del amor
hicimos la ilusión, ni me preguntes por qué?, te amé como a nadie, el amor
acaba cuando se torna un recuerdo, cuando lo dejas dormido en el pasado. Permito
volver a amar a mi cuerpo,
recobrando la pureza de vivir y sentir.
Ser feliz es tener la esperanza, la convicción y la seguridad cuando
vuelves a amar.
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