Por Marines Maal García.
Recuerdas aquella playa, caminábamos frente al mar, el mar quieto y la
tarde cayendo.
Nelson decidió contarme
esta historia de añoranzas y pasión, ellos, personajes adultos que esperaron
años para vivir lo que deseaban, nunca perdieron el rumbo de sus sueños, lo
vivieron.
Cuenta Nelson: Solíamos
soñar con ese momento en que la tarde caía y estábamos allí sentados
frente a frente, cuando la brisa enredaba su cabello tapando el rostro y mis manos
minuto a minuto acariciaban el
rostro para besar incansablemente una y otra vez.
Había llegado el momento, nuestra tarde era una realidad, años juntos sin habernos dado esto que tanto deseábamos. La tarde de color rosado hacia romántico el momento, habían personas cerca contemplando el ocaso, como nosotros hacían de su momento cual si fuera el último un presagio de amor. Temblor tenia en mi cuerpo como joven en su primer día, tantas noches en nuestra cama planeando y jugando con la imaginación. Fantasías nos unían cada día mas.
Había llegado el momento, nuestra tarde era una realidad, años juntos sin habernos dado esto que tanto deseábamos. La tarde de color rosado hacia romántico el momento, habían personas cerca contemplando el ocaso, como nosotros hacían de su momento cual si fuera el último un presagio de amor.
El vestido blanco que llevaba puesto como lo desee un día, cuanto habíamos añorado este
instante, cuantos años presagiando este momento. Después de añorar
el sentir allí estábamos, juntos esperando que la noche llegara para
dejar plasmado en la orilla del mar el
amor que esperaba tan maravilloso momento.
Poco a poco nos fuimos
quedando solos, quería tomar su cuerpo hasta saciarme, ella era todo lo que
deseaba y necesitaba, el gran amor de mi vida, cuidadosamente fui acercándome sin invadirla, Virginia veía
hacia el mar y conversaba viéndolo, por instantes sentí lejanía, como adultos soltábamos los tabúes, sin embargo nuestro sueño estaba lleno de prejuicios, de moral incorruptible, pero allí estábamos rompiendo paradigmas. Acariciando su
cabello note que dejaba de hablar, sabia que le encantaba, movía con dulzura su cuello, mis ganas hacían desesperado el momento, ella volteaba
hacia mi besándome suavemente, jugando con mi paciencia, de pronto se acostó en
la arena dejando ver su cuerpo con el brillo de la luna a través del vestido de
seda blanco, el contorno de su cuerpo
era magia, como había soñado este momento, la calidez de su presencia me seducía.
Comencé besarla con furia, ella respondía
sensual y apasionadamente, la brisa fría de la noche ya no se sentía, solo era
ella y yo, como caballo embravecido arremetí
todo contra ella, mis brazos fuertes la acobijaban, nuestras piernas buscaban acomodo, el ruido de las olas reventando implacablemente hacían de la conexión
única y precisa, el roce y su olor como animales colmaba el instante, la emoción se hacía mas ardiente, una y otra vez la ame con locura, cuanto latido, cuanto
brío, allí estábamos unidos en la inmensidad de la noche. Su piel, su olor eran míos. Uno con el otro, uno
solo.
Los hombres amamos fuerte
y directo, vigoroso y ardiente. Esta vivencia
tomó años en plasmarse, sabia lo que le gustaba a Virginia, tiempo amándola en nuestra cama, siempre sensual y seductora, complací todo en
ella y ella sació mis sed, conocía mis debilidades y supo hacer de ellas explosiones hasta el amanecer. Volveremos a la orilla del mar cada vez q
necesitemos saciarnos como aquella noche, o buscaremos otra fantasía que emocione nuestra relación.Hicimos pactos sin escrituras, momentos de complicidad y anhelo.Planeo nuestro próximo encuentro se que Virginia le encantará.
Nota del escritor: Nada hace mas feliz a la relación que vivir momentos imaginados juntos.
Nota del escritor: Nada hace mas feliz a la relación que vivir momentos imaginados juntos.
