Por Marinés Maal Garcia
Cuando estas en mi cerebro / celebro tu presencia / buscándome en ti.
Estabilizar el color de tu piel en mi recuerdo. Son detalles que cuentan la historia de un período de extrema invisibilidad.
Cilindros guían los dedos, a oscuras quedamos al romperse los bombillos cuando la tormenta reventó, un rayo sobre el techo de la casa.
Son las dos y veinticuatro de la mañana, aún no amanece, quedan muchos minutos de ceguera temporal. Los colores ausentes limitan el reflejo que dejan algunas centellas. El sonido de la lluvia penetra en los pensamientos.
Tengo hambre, el estómago duele cuando el vacío compromete la necesidad con la realidad. Pasan minutos cargados de imaginación y deseo, conseguí tanteando un bollo de pan, recuerdo el café frío, yace en la paila, deslizo la mano buscando una taza para llenarla de café y dos terrones de azucar que dibujaba en la mente al no poder ver.
Probé el pan no sabe mal pero el olor a levadura me lleva a pensar que le falta cocción, frio y pegostoso. La taza no la consigo, logro encontrar la paila de café, intento saborear, es poco, recuerdo que debo esperar amanecer para buscar algunos leños para hacer fuego, hace semanas que los leñadores dejaron en el cobertizo leña, ya no queda y la lluvia moja todo a su paso.
Comienza a parar de llover y con el amanecer disipa la oscuridad, el lago parece un espejo. Siento paz.
He soñado con este sitio, he quedado ciega, he visto la luz. He perdonado mis culpas llenas de oscuridad que te marca hasta que el amanecer te demuestra que nada es eterno, la luz eres tu.