Por Marinés Maal García
La epiglotis se cerró / fruncidos / respirar / volver al pasado / criatura sublime / intervalos del tiempo / expira y sale con golpes.
Para el que nace y sorprende, aquel que enseña y se retira, ese que tocó la piel, espejismo re naciente cargado de armonía e inmortalidad. Un ser místico e inequívoco que fue traslucido cuando le vi partir. Pasó a disipar la neblina, sopló y desvaneció con sacudido verbo la creencia y la certeza de que nunca hubo un ayer, menos habrá un mañana.
Así pasan los esteros al correr del carro, dejando de ser deseo, creando dormidas ilusiones, cuando agarrar tu mano es tocar la piedra fría. Por que no haz nacido para querer a nadie.
Ni el volcán más ardiente te calienta el alma, ni el olor de la flor te enternece, pues no conoces de entrega. Rareza que el pasado te haya dejado trofeos de enormes cuerpos, no quise convencerte, de pronto algún día pueda soltar tu silencio enterrado en los por qué.
Corrugada alma insatisfecha, sola y libre, sola y volátil, sin existencia. No lo ame por que no tiene alma. Extrañamente pareció sentir, despertó?, no, solo fue un instante del pasado que luego olvidó para no apasionarse.
Por instantes se golpea con las paredes de su laberinto, las que le rigen por ideales y pareceres de pésimas consignas personales. De analfabetismo por no conocer las letras del abecedario que empiezan por la A de amar a plenitud. No le conoció o le conoció tan bien que teme sentir su presencia en el diván de sus experiencias.
Ser de inimaginable presencia, helado; cubos transparentes le separan de la cotidianidad, fracaso anunciado. Solícito respirar, los atormentados desaparecen y no vuelven más. No vuelven a irrumpir en la travesía de las almas, acabó su viaje. Ha muerto y le recordará, se ha ido a su fría e incapaz tierra, se escapó de la realidad.
Se fue, congeló la garganta, enmudeció acabando con el recuerdo.